23 febrero 2016

Vilamendhoo Island Resort


Tras pasar tres días maravillosos en Kuredu Island tocaba partir y conocer un nuevo rinconcito de las Maldivas. Tras treinta minutos de vuelo en hidroavión, una breve escala en Malé y un nuevo vuelo de treinta minutos, llegamos a nuestro destino. A diferencia de Kuredu, esta vez aterrizamos en una plataforma en medio del mar turquesa. Bajamos y un minuto más tarde llegó una embarcación que nos condujo hasta nuestro destino: el Vilamendhoo Island Resort.



Esta es la isla más pequeña que visitamos, con solo 900 metros de largo y poco más de 250 metros de ancho, pero se convirtió rápidamente en nuestro paraíso personal. El motivo es que está rodeada por un excepcional arrecife de coral, así que tienes un pequeño edén acuático a pocos metros de la orilla.

Tras tomarnos un kurumba (coco) fresquito, hicimos el check-in. En Vilamendhoo nos alojamos en una «garden villa». Es una habitación en el interior de la isla sin vistas al mar, pero fue más que suficiente porque pasamos casi todo el tiempo explorando el mar.


Después de comer nos pusimos las aletas y junto con Vera hicimos nuestra primera inmersión. ¡Qué maravilla! Había cientos de peces de colores alrededor del coral y solo estábamos a unos pasos de la orilla. Era genial enfundarse las aletas y lanzarse directamente al agua y así lo hicimos todos los días de madrugada. Con los primeros rayos del sol salíamos a hacer snorkel para disfrutar de lo que nos ofrecía el fondo marino. A esas horas de la mañana, el arrecife estaba en plena actividad y la cantidad de peces que se veía no tenía nada que ver con los que podían verse el resto del día. Así que el madrugón estaba más que justificado.



Vilamendhoo también es el lugar ideal para nadar con tiburones ballena. A una hora en barco de la isla está el parque nacional donde habitan y allí que fuimos. Nos lanzamos al agua y debajo nuestro nadaba tan majestuoso animal. Fue un momento mágico.

También hicimos una excursión para avistar mantas raya y tortugas, y también fuimos afortunadas de lanzarnos al agua y nadar con ellas. Fueron dos excursiones geniales.



Por suerte, pudimos complementar estos tres días tan llenos de actividades con algunos momentos de relax. Masaje balinés en el spa Duniye, contemplar la puesta de sol en la pasarela de las «water villas», momentos de relajación en la «infinity pool». Los días pasaban muy rápido y no nos queríamos marchar.



La gastronomía también estuvo genial, quizás no tan bien como en Kuredu o Meeru, pero las noches temáticas hacían que los platos de la cena no te aburrieran. Igualmente, la variedad de currys durante el almuerzo conseguía que siempre probaras nuevos sabores. ¡Y qué decir del buffet de postres! No sé cómo no volvimos con unos cuantos kilos de más. En la isla tuvimos la oportunidad de cenar también de carta en el restaurante asiático Asian wok. Este local nos dio la oportunidad de cenar en un enclave con más intimidad.



En definitiva, Vilamendhoo Island Resort fue una de nuestras islas favoritas de las Maldivas, tanto por su tamaño como por la cantidad de actividades acuáticas que ofrece.


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