Durante nuestro fin de semana de chicas
en Bélgica además de disfrutar de la cultural Bruselas
también nos dimos una vuelta por algunas ciudades de Flandes. No en vano, el
hashtag que usamos en nuestras redes sociales fue #Flandeschic. Una de las que
más nos gustaron fue Lovaina, una villa no muy grande en la que los estudiantes
y las bicicletas son los protagonistas.
A pesar de sus calles adoquinadas, la
mejor manera de explorar Lovaina en una tarde es hacer una ruta en bicicleta
como la que nosotras hicimos con el jovial Ivo Schenkel, uno de los guías de
Leuven Leisure.
Siguiéndole pudimos descubrir uno de los campus universitarios más bonitos del
mundo, un entramado de calles flanqueadas por edificios de ladrillo rojo e
incluso una abadía preciosa en medio de la nada.
Empezamos la ruta en el centro de
Lovaina, frente a la curiosa estatua del “estudiante” Alfonsito, para luego
acercarnos a la Grote Markt. Esta plaza señorial está presidida por el
espectacular edificio del ayuntamiento gótico flamígero y la iglesia de San
Pedro. La casa consistorial tiene una fachada decorada ricamente con 236
estatuas que representan a personajes históricos y santos, además de los
ilustres Condes de Lovaina y los Duques de Brabante.
Seguimos el circuito hasta el antiguo Mercado
del Paño, un edificio medieval que hoy alberga parte de la Universidad y en
cuya fachada todavía hay tallas de su pasado. Muy cerca encontramos Oude Markt,
una plaza alargada que es conocida como “la barra de bar más larga de Europa”
debido a la gran cantidad de bares, restaurantes y terrazas que la llenan.
¡Quién pudiera tomarse un respiro aquí!
El siguiente alto en el camino fue la
Biblioteca Central, una construcción en estilo neorrenacentista flamenco que
fue reconstruida tras sufrir graves daños durante la II Guerra Mundial. En su
interior alberga más de 1 millón de libros y el carrillón más grande de
Bélgica, con 63 campanas.
A continuación, todas las fashions (e
Ivo) nos alejamos del centro, en dirección a las afueras. Paramos primero en el
bonito parque que se ha levantado en los antiguos terrenos de la fábrica de
Philips. Y desde allí nos acercamos a la singular Abadía del Parque (Abdij van ‘t
Park). Del siglo XII y rodeado de naturaleza, este edificio es un remanso de
paz y tranquilidad, perfecto para dar un paseo y conocer un poco más de la
historia local. En mayo estaba llena de flores y estuvimos un buen rato haciendo
fotos.
Relativamente cerca (y más en bicicleta)
nos acercamos al castillo de Arenberg y el campus de la Universidad de Lovaina,
uno de los más hermosos que he visto. El edificio de ladrillo rojo del siglo XV
pasó a manos de la institución después de la I Guerra Mundial y hoy es la sede
de la facultad de ingeniería. Y luego recorrimos los senderos verdes del
campus, mientras disfrutábamos del paisaje.
El último punto de nuestra ruta en
bicicleta por Lovaina fue el Gran Beaterío. Este barrio cuyos orígenes se
remontan a la comunidad de beguinas (esas mujeres que dedicaban su vida a la
espiritualidad pero sin ser monjas) que vivió aquí hasta finales del siglo XX.
Hoy, por las mismas calles en las que vivían y trabajaban estas adelantadas a
su tiempo deambulan los estudiantes de último curso o los turistas.
Con las piernas cansadas pero muy contentas
regresamos a Leuven Leisure para reponer fuerzas con una cerveza Timmerman’s. Y
después de una cena en buena compañía, le pusimos el broche final a una jornada
de 10 explorando la preciosa ciudad de Lovaina. Honestamente, no podría haber
un plan de chicas mejor en Flandes.
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